Podemos echar de menos siempre, continuamente. Podemos echar de menos a amigos, familiares, personas que murieron, aquel del que estamos enamorados, antiguos amigos que ahora no son más que desconocidos cuando los ves pasar, sensaciones, momentos...
Pero lo que no podremos nunca es acostumbrarnos a echar de menos, porque el día que nos acostumbremos, habremos dejado de echar de menos, habrá dejado de doler la ausencia.
Por que en el fondo echar de menos, no es más que eso, notar que algo te falta. Es querer dar un abrazo y no poder, o un beso, o una caricia, o una simple sonrisa. Es recordar una y otra vez aquel momento tan eterno y tan efímero que ahora te gustaría repetir, pero no puedes. Echar de menos es aferrarte a recuerdos, abrazar una fotografía todas las noches.
Al fin y al cabo, todos echamos de menos algo, o alguien, y el que diga lo contrario, miente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario