Sentir que todo fue un sueño. Que las cosas no suciedieron porque no existe una prueba material que lo confirme. Incluso tú dudas a veces de que fuese real. Además, nadie te cree, porque fuiste el único testigo, situación que te lleva a dudar hasta de lo que viviste.
Pero tras esa pelea interna, decides darte una oportunidad, creer en ello, lo has vivido, tuvo que suceder.
Y cierras los ojos y un escalofrío recorre tu piel por el mismo lugar que pasaron sus manos, milímetro a milímetro. Y en ese instante, te das cuenta de que no necesitas que nadie te crea, ni tener pruebas de ello, porque no hay mejor prueba que sentir, al recordarlo, que está volviendo a suceder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario